in Boletín de Filología
Óscar Loureda y Angela Schrott, eds. Manual de lingüística del hablar
El Manual de lingüística del hablar de Óscar Loureda y Angela Schrott (eds.), profesores e investigadores de la Universidad de Heidelberg y la Universidad de Kassel, respectivamente, es parte de la colección Manuals of Romance Linguistics (Günter Holtus y Fernando Sánchez-Miret, eds.), que incluye de manera sistemática volúmenes de investigación actualizada en el área de la lingüística románica. Este manual consiste en una revisión exhaustiva tanto del devenir disciplinar como del estado investigativo presente de materias relacionadas con la comunicación, el discurso y los textos de las lenguas románicas. La estructura de este volumen consta de 10 ítems que incluyen 42 capítulos orientados, coherentemente, según diez ámbitos del hablar, con el objetivo de abordar todos los hechos que determinan la comunicación. Cada uno de los capítulos se centran en la metodología, el desarrollo histórico y el estado de la cuestión de los enfoques de estudio tratados en las lenguas románicas. De esta manera, este ejemplar presenta una mirada amplia acerca de la comunicación, puesto que en él se puede pormenorizar sobre disciplinas o perspectivas de estudio como la lingüística del texto, la lingüística cognitiva, la sociolingüística, la pragmática, los estudios críticos del discurso, la fraseología y la traducción.
Los diez ítems temáticos que conforman este libro consiguen agrupar las diferentes áreas de estudio de la comunicación, magistralmente. El primero de ellos, titulado “la lingüística del hablar y sus ámbitos”, se centra en los recursos particulares que poseen las lenguas, comparando la expresión semántica, gramatical, cultural y contextual. Para comenzar, se inicia el compilado con “El hablar y las lenguas”, escrito por Ramón González Ruiz y Dámaso Izquierdo Alegría. En este trabajo los autores describen procedimientos que se remiten a la construcción textual desde la concepción de la gramática del texto. Por lo que se detalla la implicancia de los tres niveles del lenguaje de Coseriu (1992) en las dimensiones de los textos, además de las relaciones referenciales (teoría de la accesibilidad), como la deixis fórica, en función de la cohesión y coherencia. En el segundo capítulo, “El hablar como hecho cultural e histórico”, de Franz Lebsanft, señala la importancia de reconocer el texto como un producto tanto cultural como histórico, tomando en cuenta su transmisión (oral o escrita) y producción. Asimismo, se realiza una reflexión en torno a la cooperación de la lingüística del texto con la filología, y viceversa, con el fin de dar cuenta de las características individuales, generales y formas de tratar el diverso mundo de los textos.
En el plano contextual, el capítulo 3, “El hablar como hecho pragmáticocomunicativo”, escrito por María Victoria Escandell-Vidal, refiere a una serie de teorías relativas a la lengua en uso; entre ellas figuran teorías tales como la de los actos de habla de Austin (1962), de la relevancia Grice (1989) o de la de cortesía de Sperber y Wilson (1986), por mencionar algunos. De esta manera, se conecta la comunicación con la cognición y la sociedad, siendo la integración de cada uno de estos enfoques lo único que permitiría dar una concepción completa de la comunicación. El capítulo 4 se titula “El hablar como intención comunicativa” de Beatriz Gallardo Paúls y desarrolla la noción del mecanismo de encuadre de la lingüística cognitiva, a partir del cual se entiende que el emisor tiene una intención comunicativa, por lo tanto, actúa de forma que un tercero sea capaz de captarla, ya sea organizando temáticamente un texto o a partir de la enunciación con estrategias interactivas. “El hablar como práctica social” es el siguiente capítulo, escrito por Neyla Pardo Abril, en el que se reflexiona en torno al análisis del discurso y cómo esta evidencia a la sociedad (tanto política como económicamente), a partir de una mirada multidisciplinaria, multimodal y multimedial. En la actualidad, estos dos últimos aspectos se han transformado en un componente importante de la expresión humana para dar cuenta de aspectos culturales, ideológicos o sociales. Finalmente, en “Hablar como argumentación”, Sonia Gómez-Jordana Ferary señala que el modelo de la argumentación se mueve bajo la existencia de genericidades (proverbios y estereotipos) que corresponden a conocimientos comunes de una comunidad, al igual que las presuposiciones (sobreentendidos en el discurso), un plano léxico que se da en el discurso y gradualidad de la fuerza argumentativa (mayor o menor) que se organizan a partir de encadenamientos discursivos, como conectores, marcadores discursivos y operadores.
El segundo ítem es “El hablar y el contexto” y está compuesto únicamente por el capítulo 7. En este apartado se detalla que una parte fundamental de cada lengua es la forma en cómo esta se relaciona con las situaciones extralingüísticas en las que se circunscribe la acción de hablar, siendo fundamental esta esfera para la reconstrucción de intenciones, a partir de una serie de acabados e ilustrativos ejemplos y teorías coherentes con el tema (lingüística y cognición). En el entorno social que compone el acto comunicativo se aprecian áreas de interés como las relaciones interpersonales, el canal de producción, el conocimiento compartido y el grado de inmediatez del mensaje.
El ítem III se titula “Las personas y las voces del hablar” y está compuesto por cuatro capítulos que estudian la comunicación desde la dinámica de los interlocutores, considerando aspectos como la cortesía o las diversas voces que participan en el discurso. El primero de estos, y octavo del libro, es “El hablar y los participantes en la interacción comunicativa” de José Portolés. En este apartado se da cuenta del papel activo que poseen tanto los receptores como los emisores en la interacción, configurando a partir de esta las identidades colectivas e individuales de sus participantes, la que muta de evento en evento. Los siguientes capítulos se centran en los aspectos más relevantes de toda interacción. En “Modalidad entre lo dicho y el decir”, Martin Becker retrata las bases teóricas tras la modalidad, centrándose en la concepción de Gosselin (2010) que define el concepto como una validación discursiva, lo que reemplazaría la idea de punto de vista; por lo tanto, se relaciona con fenómenos tales como la subjetividad y los actos ilocutivos. Otro parámetro interactivo se presenta en el capítulo 10: “La polifonía en el hablar”, en el que María Marta García Negroni da cuenta de las diferentes voces que pueden aparecer en un mismo discurso. La autora describe al locutor como una entidad discursiva que determina los puntos de vista, que pueden ser asociados a él, a otro o a un sujeto indeterminado. Finalmente, el tercer aspecto corresponde a “Las relaciones entre el hablante y el oyente: la cortesía verbal” de Marta Albelda Marco, donde se enfatizan las relaciones que existen entre los hablantes en relación con el componente cultural, lo que se debe a que cada sociedad determinará cuándo se debe cuidar la imagen del hablante y cómo hacerlo. De esta forma, se delimitan rutinas, reglas o estrategias lingüísticas con un componente cultural importantísimo para el desarrollo de los grupos humanos.
El cuarto ítem hace referencia a “La materialidad del discurso y de su concepción” y contiene seis capítulos que tratan la distinción entre lo oral y lo escrito más allá de una simple dualidad, principalmente bajo el alero de Koch y Oesterreicher (2011). Para comenzar, en el capítulo 12, “El hablar y lo oral” de Araceli López Serena se sostiene que, actualmente, la diferencia entre escrituralidad y oralidad es gradual, moviéndose entre la noción de inmediatez y distancia de la comunicación. Asimismo, detalla problemas metodológicos del estudio de la oralidad, reconociendo la existencia de fenómenos universales e idiomáticos que deberían ser considerados. A continuación, Antonio Briz Gómez y Amaro García Ramón escriben “La conversación coloquial como prototipo de lo dialogal”, donde señalan que la conversación es una manifestación de la inmediatez de la comunicación coloquial. En este capítulo se vislumbra la existencia de contextos interactivos concretos que determinan rasgos conversacionales. A su vez, se refieren a cómo la toma de turno se negocia entre los interlocutores, al punto que no siempre los solapamientos son considerados para tomar un turno, sino también una forma de actuar colaborativamente. En el capítulo 14 escrito por Lola Pons Rodríguez y titulado “El hablar y lo escrito”, se estudia la expresión escrita como un fenómeno de estudio de la lingüística del corpus. Al respecto, esta área ha ido variando gracias a las nuevas tecnologías (comunicación digital), tendiendo hacia una coloquialización del discurso como, por ejemplo, el empleo de rasgos de la oralidad en la escritura.
El capítulo 15 corresponde a “Textos y medios de comunicación” de Eva Martha Eckkrammer, que se concentra en la relación entre la influencia del medio (escrito o hablado) y los recursos lingüísticos que se emplean. Esta relación varía dependiendo de la época en la que se lleve a cabo la comunicación, dado que los medios poseen un componente fuertemente comunicativo. En cuanto a “Los textos digitales y multimodales” de Francisco Yus, el capítulo hace énfasis en la necesidad de combinar las dimensiones verbales y no verbales de un discurso para su interpretación. Por último, el capítulo 17, “La comunicación no verbal” de Ana Cestero Mancera, describe el área de estudio recientemente explorada, configurándose como un instrumento de gran aporte comunicativo, a partir de gestos, tiempo, maneras (formas de moverse) y posturas.
“La organización sintáctica, semántica e informativa del hablar” corresponde al ítem V de este volumen y se divide en cinco capítulos. En esta sección se analiza la relación entre la gramática y el discurso, por lo que se estudian las estructuras tanto oracionales como informativas. En primer término, en “Las unidades del discurso y el texto escrito” de Margarita Borreguero Zuloaga y “Las unidades del hablar: la oralidad” de Salvador Ponso Bordería y Shima Salameh Jiménez, se reflexiona en torno a cómo la sintaxis no puede abarcar por sí sola toda la construcción discursiva, ya que se relaciona con una gama más alta de factores que se escapan del plano oracional, tales como la estructura informativa o las intervenciones. En el capítulo 20 escrito por Catalina Fuentes Rodríguez titulado “La estructura informativa del hablar”, la autora señala que existe una información ordenada jerárquicamente que responde a los objetivos de quien produce el discurso, lo que da cuenta de la cohesión, la coherencia y la relevancia de ciertos tópicos, así como también de lo que se desea comunicar. El capítulo 21, “La semántica del hablar” de Johanna Wolf, trata de los procesos cognitivos que se atribuyen a la semántica textual. La atribución de un significado o la comprensión son producto del proceso de mapping. Este proceso le permite al receptor activar esquemas adecuados (interpretación de metáforas u otras relaciones semánticas) para relacionar el texto con el mundo. Finalmente, Claudia Borzi en “Enfoque cognitivo prototípico y complejidad textual” analiza el enfoque cognitivo y la complejidad textual. Concretamente, aplica el enfoque cognitivo prototípico al análisis de como, ya que y porque (conjunciones del español) y se proyectan los resultados a comme, puisque y parce que (conjunciones del francés) con el fin de reflexionar sobre el grado de prototipicidad y el aporte de estas partículas a la complejidad del texto.
El ítem VI, “La historicidad del hablar”, aborda el hablar como actividad histórico y cultural. En consecuencia, las secciones de este ítem se determinan por la historicidad de los textos. En primer lugar, el capítulo 23 “Las relaciones intertextuales” de Gerba Habler se refiere a la intertextualidad como una secuencia de oraciones que se relaciona por forma o significado con otra secuencia de oraciones. Un ejemplo de relación intertextual puede ser el de autoría: relación entre el texto citado y el autor del texto que se cita. Según Habler, el estudio de estas materias puede “abrir un camino para entender mejor los textos y para situarlos en una posición histórica y discursiva” (p. 496). En segundo lugar, el capítulo 24, “Las tradiciones discursivas” de Ángela Schrott, se basa en el modelo coseriano de reglas y tradiciones del hablar (Coseriu 1992) para señalar que las tradiciones discursivas son un saber cultural que sirve de molde para dar forma a todo discurso. La autora considera que el estudio de esta dimensión es importante en la lingüística del texto y la pragmalingüística, debido al potencial analítico que proporciona el modelocoseriano.
Por su parte, el capítulo 25, “El hablar y el discurso repetido: la fraseología” de Carmen Mellado, Gloria Corpas y Katrin Berty, se basa en el concepto “discurso repetido” de Coseriu y lo sitúa en el estudio de unidades fraseológicas; su variabilidad y estabilidad. Este capítulo busca argumentar sobre la importancia de esta perspectiva para el estudio de la fraseología. Asimismo, las autoras estiman que el análisis estadístico de corpus puede descubrir interesantes posibilidades combinatorias y de fijación en este tipo de unidades. Enseguida, en el capítulo 26, “Géneros textuales y tipos de discurso” de Guimar Elena Ciapuscio, se señala que los géneros textuales se modifican a lo largo del tiempo y deben considerarse tanto desde la actividad de los hablantes como de los productos resultantes de esas actividades. De este modo, este concepto es productivo para la tipificación de discursos, puesto que pueden emplearse como modelos para su caracterización. Por último, el capítulo 27 “El hablar y el estilo. El estilo y el objeto de la estilística: definiciones, tradiciones y corrientes” de Lluís Payrató y Vicent Salvador estima que la definición de estilo es compleja puesto que, ontológicamente, esta se caracteriza por estar determinada por aspectos cognitivos, textuales, contextuales, etc. De este modo, la estilística, como área que estudia el estilo y su variación, ha sido desarrollada desde varias perspectivas (estilística cognitiva, estilística de corpus, pragmaestilística, etc.). Por ende, la estilística actual no solo se dedica al estudio de la léxico-sintaxis, sino también a la dimensión textual o discursiva.
En el ítem VII, “El saber hablar”, se aborda al hablar como una actividad que presupone gran variedad de saberes. Estas reglas y tradiciones, que son parte de cada lengua, están funcionalmente dirigidas a los actos de producción y comprensión del hablar. En consecuencia, los tres capítulos que conforman este ítem están dirigidos hacia la producción del hablar, la comprensión del hablar y una última dimensión biológica que refleja que este saber no es estable, sino que está sujeto a cambio. Para comenzar, en el capítulo 28, “La producción textual”, Teodoro Álvarez Angulo y Roberto Ramírez Bravo consideran que el interés de teorías o modelos de escritura se centra en el desarrollo de diseños que faciliten la producción textual. Al respecto, este capítulo postula Didactext (aplicación redactext 2.0) como una herramienta relevante. En segundo lugar, el capítulo 29, “Comprender los textos escritos” de Giovanni Parodi y Tomás Moreno-de Léon, se centra en cómo la comprensión de textos escritos se ha complejizado a ojos de investigadores. Por ende, señalan que este es un macroproceso multidimensional en el que diversos planos (inferencias, géneros discursivos, lector, etc.) están interconectados. Por último, el capítulo 30 “El hablar: su adquisición y su deterioro” de Olga Ivanova señala que el hablar es una capacidad lingüística variable ya que cambia a lo largo de la vida del hablante. Así pues, uno de los condicionantes de mayor relevancia es el estado cognitivo del hablante. En definitiva, este ítem contribuye a indagar sobre los aspectos del hablar como un saber cultural. Por lo tanto, aborda desde temáticas como la producción y comprensión textual hasta enfoques cognitivos.
El ítem VIII, “El hablar y sus universos”, busca reflexionar sobre las dimensiones discursivas que caracterizan el hablar: la política, la ciencia, la literatura, los sujetos hablantes, etc. Por lo tanto, los siete capítulos que se presentan, a continuación, representan estas –y otras– dimensiones del discurso. En primer lugar, el capítulo 31, “El hablar y la literatura”, de Luis Galván, considera que los textos literarios se justifican, por su “aura”: las obras literarias son intrínsecamente valiosas. Asimismo, en aspectos lingüísticos destaca el creciente estudio del carácter pragmático de la enunciación literaria ficticia. En segundo lugar, en el capítulo 32 “El discurso tecnocientífico”, Carmen Galán Rodríguez señala que la tecnociencia es una construcción lingüística en la que los hechos científicos son sus protagonistas, lo que explicaría la alta frecuencia de nominalizaciones y ocultación del autor. En tercer lugar, el capítulo 33 “El discurso científico-académico” de Gisela Elina Müller comenta que dos tipos prototípicos de este discurso son los artículos de investigación y los abstract. Además, Müller destaca que la ciencia moderna está al servicio y genera efectos tanto en las comunidades científicas como en la sociedad en general. En cuarto lugar, el capítulo 34 se titula “Lenguas de especialidad en lenguas románicas y su contraste” y está escrito por Verónica Vivanco Cervero y Silvia Molina Plaza. Algunos ejemplos de discurso especializado son el de medicina o el de jurisdicción. A su vez, las autoras advierten un auge en el interés de discursos especializados de la economía en lenguas romances.
En quinto lugar, el capítulo 35 “El hablar y la variación de especialidad”, de Miguel Casas Gómez y Gérard Fernández Smith, se refiere a la variación de especialidad, un objeto de estudio de la lingüística del hablar. Sobre esto, los autores señalan que los lenguajes especializados funcionan como variantes por lo que existen diferentes tipos de variaciones especializadas, como, por ejemplo, lenguajes profesionales, técnicos, científicos, etc. Por su parte, el capítulo 36, “Los discursos de la política” de Elvira Narvaja de Arnoux, señala que el discurso político se considera en el marco de actividades sociales referidas al poder (discurso de jefes de Estado, el discurso populista o las campañas presidenciales). No obstante, ciertos discursos sociales, aunque no se refieren al poder, poseen una discursividad política que refleja trasfondos ideológicos. Finalmente, el capítulo 37 “Decir (o no decir) la verdad en la esfera pública e institucional” de Claudia Carbonell, presenta la relación entre la verdad y el discurso. En particular, trata de un análisis de los modos en que se habla de “verdad” en la esfera pública. Uno de los fenómenos interesantes que se destacan son el de la post-verdad o lo post-fáctico. En resumen, este extenso ítem colabora al Manual con un panorama amplio de los distintos universos discursivos presentes en el hecho de hablar. Estas dimensiones se identifican con actividades de la cotidianeidad, por lo que, aunque se ofreció un gran abanico de aspectos, posiblemente queden actividades por indagar como, por ejemplo, la dimensión discursiva de los grupos sociales que conforman los hablantes y su relación con el hablar.
El ítem IX, “Métodos y aplicaciones”, tiene como objetivo situar el Manual en diferentes campos de aplicación y usos profesionales que son parte de la lingüística del hablar. En primer término, el capítulo 38 “El hablar y su traslación: traducir, interpretar, editar y posteditar” de Anne Weber, Vahram Atayan y Rafael Barranco-Droege, busca argüir sobre el carácter central de los estudios de traducción en la perspectiva del hablar. Asimismo, se hace énfasis en la necesidad de configurar en el lector/oyente de la traducción las mismas inferencias del discurso original. En segundo término, el capítulo 39, “El hablar desde la didáctica: las destrezas comunicativas” de Daniel Cassany, Boris Vazquez-Clavo, Liudmila Shafirova y Leticia-Tian Zhang, revisa el estudio del concepto “destrezas comunicativas” y su evolución. Al respecto, aborda desde los planteamientos de destrezas del MCER (Marco Común Europeo de Referencia) hasta propuestas actuales que plantean cambios tanto en el ámbito oral como en el escrito. Por su parte, el capítulo 40, “Texto, edición y crítica textual” de Javier Rodríguez Molina, presenta un panorama de la crítica textual y su aplicación a textos medievales. El autor señala que una de las dificultades que enfrentan editores y lingüistas es la necesidad de contar con una metodología que permita distinguir entre texto y testimonio, autor y copista. Por último, el capítulo 41, “El hablar y la lingüística empírica” de Adrián Cabedo Nebot e Inés Recio Fernández, trata de la investigación empírica de la comunicación como fundamento metodológico. Desde este enfoque, el lingüista puede ayudarse de métodos estadísticos con el afán de llegar a generalizar sobre un fenómeno. En conclusión, este ítem ofrece aportes interesantes que reflejan el carácter multidisciplinar y aplicado de la lingüística del hablar puesto que aborda temáticas como la traducción o la aplicación de la lingüística a la educación.
El último ítem de este manual, el ítem X, se titula “El estudio del hablar” y tiene como finalidad explorar los diferentes enfoques de la investigación que se encarga del hablar. El capítulo 42, “Las miradas sobre el hablar” de Luis Cortés y Óscar Loureda, es el único de este ítem. La idea principal de este apartado es situarse en el amplio devenir histórico-disciplinar de este nicho investigativo, esto es, rastrear desde los estudios de filólogos y gramáticos de la segunda mitad del siglo XX que relevaron el análisis de las relaciones textuales por sobre la tradición “intraoracional” de la lingüística, hasta investigaciones recientes con orientación sociológica y antropológica que desarrollan, por ejemplo, estudios sobre relaciones interpersonales en el plano de la comunicación.
En general, el Manual de lingüística del hablar abarca amplias y variadas dimensiones del fenómeno del hablar, ejemplificando oportunamente con lenguas románicas cada una de las perspectivas de estudio, por lo que funciona como un manual ameno y didáctico. Asimismo, el estilo de escritura es accesible a todo público, debido a su simpleza y gran cantidad de definiciones. Esto convierte este libro en un instrumento ejemplar para quien comienza a adentrarse en los saberes del lenguaje. Es admirable también la abundancia de una gran cantidad de fuentes bibliográficas relativas a la teoría, aunque, también es necesario precisar, que no sucede lo mismo con bibliografía más especializada relativa a investigaciones específicas, cuyo tratamiento es menor, al igual que los aspectos metodológicos particulares. De hecho, en muchos de los artículos los autores reconocían la generalidad de su tema y la existencia de trabajos más específicos que, por temas de espacio, no pudieron ser tratados. Dando cuenta que, quizás, sería necesario una segunda parte de este manual para tratar temas pendientes y más especializados.
Tras este manual se encuentra la gran influencia de Eugenio Coseriu (1992), reconocido lingüista que se ha encargado de definir tanto lo que en este ejemplar se denomina como hablar: “se trata de una actividad en la que se actualizan todos los conocimientos, lingüísticos o no, de los hablantes para formar una representación comunicable acerca de cualquier realidad” (p. 4), así como sustenta los términos de discurso y texto. Esto ayuda a la coherencia y unidad de todos los artículos, ya que no solo trabajan en torno a los estudios del lenguaje, sino también a partir de una mirada en común. Respecto a su estructura, destaca el trabajo editorial, lo que logra que los capítulos sean recursivos, por lo que dialogan constantemente entre sí, creando un enjambre de tópicos que terminan construyendo una gran red de conceptos y fenómenos. A su vez, hay que destacar los apartados de la introducción y el capítulo de cierre; ambos sirven como resúmenes temáticos de lo que se llevará a cabo y lo que se hizo, otorgándole a esta obra un carácter circular enriquecedor. En resumen, este manual, a consideración de quienes escriben, constituye un volumen de cabecera para todo aquel que esté realizando sus primeros acercamientos a la lingüística del hablar o a un tema particular de este campo (ámbitos como la comunicación, los discursos, el texto, etc.), sirviendo tanto para investigadores de distintas área del estudio de la comunicación como para estudiantes de pre y postgrado de los ámbitos del lenguaje, puesto que encontrarán en estas páginas fuentes específicas recomendadas como las bases extensas y completas de diversas teorías de la lingüística.